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El Economista España

julio 2020, Enrique Richard

Fusiones y adquisiciones, tocadas pero no hundidas

El mercado de fusiones y adquisiciones navegaba a velocidad de crucero hasta que en el año 2008 se dio de bruces con una crisis estructural de consecuencias devastadoras. No podemos decir que en 2020 el mercado estuviera circulando a velocidad punta, puesto que ya mostraba síntomas de agotamiento, pero nadie podía predecir una crisis coyuntural como la ocasionada por el COVID-19. Ahora bien, ¿está condenado el mercado de fusiones y adquisiciones a sufrir varios años de sequía y estancamiento como ocurrió en 2008? Existen motivos para pensar que en esta ocasión saldrá a flote mucho antes, e incluso podemos predecir cómo volverá y quiénes serán sus principales actores.

 

Mientras que en la crisis financiera de 2008 las correspondientes medidas y soluciones se hicieron esperar más de un año, en esta ocasión se han implementado con mucha más agilidad. El Banco Central Europeo (BCE) ha ido adoptando gradualmente estímulos cada vez más ambiciosos desde el inicio de la crisis. A comienzos de junio amplió hasta 1,35 billones de euros el programa especial para mitigar la crisis del coronavirus. Un programa que está previsto que se extienda, cuando menos, hasta junio del año próximo. Esto nos recuerda la frase "haré lo que sea necesario" pronunciada por Mario Draghi y que evitó la ruptura del euro en 2012.

Gracias a estas rápidas medidas, los bancos centrales nacionales están recibiendo del BCE préstamos en condiciones muy ventajosas. Y ese dinero, en última instancia, también llega en forma de préstamo a las empresas, quienes podrán capear mejor la tormenta. Es decir, el mercado se ha nutrido de liquidez mucho más rápidamente que en la crisis de 2008, lo que en definitiva ha reforzado la confianza. El sistema bancario ha pasado de villano a salvador.

Esta confianza y optimismo nos permiten presumir razonablemente que el sector de fusiones y adquisiciones reflotará con mayor rapidez que en la última crisis financiera. Pero existen motivos para pensar que no será una vuelta al punto en el que nos encontrábamos a comienzos del año 2020, sino que regresaremos a una "nueva normalidad", que probablemente comience a ver la luz a partir del tercer y cuarto trimestre del año. Hasta el momento, se han registrado importantes caídas, como la del pasado mes de mayo, cuando, según la información de la plataforma de datos de operaciones Transactional Track Record (TTR), el mercado transaccional español reflejó una disminución interanual del 27% en el número de operaciones y del 60% en el importe de las mismas.

En esa "nueva normalidad" que se aproxima existirán posibilidades de inversión muy atractivas, con potenciales de rentabilidad por encima de lo habitual. Como demostró la crisis de 2008, aquellos que aprovecharon las ofertas que surgieron en el mercado y gestionaron bien su inversión, pudieron obtener rentabilidades a medio y largo plazo que en condiciones normales no habrían obtenido. Muchos han aprendido la lección y están preparados para esta nueva oportunidad.

En el tablero de juego abundarán, por un lado, empresas bien capitalizadas y fondos de inversión, con exceso de liquidez y apetito inversor. Y, frente a ellos, compañías de sectores especialmente golpeados por la crisis (automoción, retail, turismo, hostelería, etc.), que actualmente sobreviven con respiración asistida, y que ante la actual situación podrían optar por evitar mayores riesgos y vender la totalidad o parte de sus negocios y/o activos.

Es en este escenario donde inversores con liquidez y capacidad para revivir esos negocios enfermos, que antes no estaban a la venta, podrán adquirirlos a precios muy atractivos. Donde unos ven oscuridad y riesgo, otros verán oportunidad y rentabilidad. Se prevé por tanto mayor protagonismo de la compraventa de activos (asset deal) frente a la compraventa de acciones o participaciones sociales. Para el inversor podrá resultar más atractivo adquirir partes o ramas del negocio que sean de su interés, evitando así tener que reanimar la empresa en su conjunto.

Se aproximan grandes oportunidades, aunque quizá más cualitativas que cuantitativas. En cualquier caso, ahora es el momento para que los inversores vayan ajustando el punto de mira y, quienes se plantean desinvertir, organizando y preparando sus negocios y activos no esenciales para su venta. El mercado de M&A reflota. Está tocado, pero no hundido.


Source: El Economista España - España 


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